La vida vegana.

AMO comer, entre más coma soy feliz, es como si un ente me poseyera y solo dejara que abriera la boca para ingerir comida, pierdo absolutamente todo el control.

ODIO engordar, ¿quién no? la vida sería hermosa si comieramos hasta reventar sin subir de peso.

No creí estar tan gorda sino hasta que me subí a la báscula, por eso es importante pesarse con regularidad.
El punto es que descubrí en la comida vegana una fuente de proteínas, pocas grasas y una porción basta.
No es que haya dejado de amar la carne, sería una falsa, la sigo adorando pero en verdad son increíbles las combinaciones de verduras que saben fabulosas y te dejan satisfecho por mucho tiempo con una cuota bajísima de calorias y grasas.

¿Me volví una maniaca de las calorías? Sí, no puedo comer un pastel sin la culpa de saber que me estoy metiendo 400 calorías en una mordida y me siento feliz cuando como sano, basto y no llego ni a las 300 calorías.
Es como un equilibrio "costo-beneficio"

El sábado compré levadura nutricional, dejenme decirles que es una verdadera maravilla, sabe a queso, la horneé con chips de Kale que crujen como si estuviera comiéndome unas ruffles sin las calorías huecas de las ruffles.
Creo que ocasionalmente es bueno comer chatarra, bueno en el sentido de que te des un gusto, de ninguna forma saturarte de grasa y azúcar es bueno.

En cuanto a mis hijos, recientemente hice hamburguesas de lentejas y a mi hijo mayor le encantó la "carne". Nunca imaginó, ni yo le dije que eran lentejas, debo añadir que él nunca come verduras, así que es una forma divertida de incluirlas en su dieta.